El “pobre” para Jesús,
no es aquél que no tiene cosas, sino más bien aquél que no tiene su corazón puesto en las cosas.
Fíjate la diferencia: Puedes ser una persona que no tenga cosas materiales pero que nada más estás pensando en lo que no tienes y en lo que quieres tener. Entonces no eres pobre de corazón. En cambio, puedes ser una persona que sí tenga cosas pero que tu mente está puesta en agradar a Dios, en trabajar para El, en ayudar a otros, en dar tu tiempo y compartir tus bienes con los menos afortunados.
Cuando no vivimos ocupados de lo que tenemos, cuando no somos ambiciosos, envidiosos, presumidos, cuando confiamos en Dios y no en el dinero, entonces podemos afirmar y con gozo repetir fuerte y despacito ¡somos LIBRES, somos FELICES!
Hay que presentar un buen ejemplo a nuestros hijos e hijas empezando por nuestros propios pensamientos: ¿Acaso estoy dispuesta a ser pobre de corazón para que Dios lo llene y así poder ser feliz y libre en mi diario caminar?
Fíjate la diferencia: Puedes ser una persona que no tenga cosas materiales pero que nada más estás pensando en lo que no tienes y en lo que quieres tener. Entonces no eres pobre de corazón. En cambio, puedes ser una persona que sí tenga cosas pero que tu mente está puesta en agradar a Dios, en trabajar para El, en ayudar a otros, en dar tu tiempo y compartir tus bienes con los menos afortunados.
Cuando no vivimos ocupados de lo que tenemos, cuando no somos ambiciosos, envidiosos, presumidos, cuando confiamos en Dios y no en el dinero, entonces podemos afirmar y con gozo repetir fuerte y despacito ¡somos LIBRES, somos FELICES!
Hay que presentar un buen ejemplo a nuestros hijos e hijas empezando por nuestros propios pensamientos: ¿Acaso estoy dispuesta a ser pobre de corazón para que Dios lo llene y así poder ser feliz y libre en mi diario caminar?
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