Ser
misericordioso significa PERDONAR a los demás, sí... perdonar aunque sea
“grande” lo que nos hayan hecho, aunque nos haya dolido mucho y sea la pena más
imperdonable, aunque tengamos ganas de odiarlos en vez de perdonarlos. Perdonar
cuesta mucho, pero es lo que Dios nos pide que hagamos. Dios mismo nos pone el
ejemplo: siempre nos perdona, aunque lo ofendamos constantemente en lo mismo,
aunque lo ofendamos en cosas muy serias.... siempre nos recibe con los brazos
abiertos...como lo demuestra su hijo único en la Cruz.
La compasión se
aprende. Cuando somos perdonados, aprendemos también a perdonar. Entre más se
nos perdona, más y más perdonamos a los demás – porque nos vamos asemejando al
maestro que es Jesús mismo.Una notita especial: busquemos ir a confesarnos por lo menos una vez al mes. Debemos poner buen ejemplo a los hijos. En el sacramento de la confesión podemos recibir el consuelo del perdón tantas veces lo busquemos…Hay que llevar a los hijos al encuentro con Jesús en el sacramento de la confesión. Ellos le buscarán cuando sean grandes y necesiten restaurar su relación con Dios.
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