Desde entonces, y han pasado muchos siglos, nuestros pueblos y ciudades, generaciones pretéritas y presentes de cristianos, la han visto como un modelo de referencia para vivir y compartir la misma fe en el Señor que, en María, fue sólida, profunda y verdadera.
¿Qué refleja el rostro de
María? El deseo de ser Madre de Jesús.
¿Qué nos dice a nosotros?
Que, sigue tan actual en Ella, como en aquel primer día, la indicación de
Cristo: "ahí tienes a tus hijos"
En este mes de mayo, nos
acercamos a María, porque sabemos que su rostro es una fuente de felicidad que
emana de su corazón a DIOS. Un Dios vivo y palpitante por sus hijos.
Cuando uno tiene a Dios en su
corazón, la paz y la armonía brotan. El rostro de María, en la Pascua, nos hace
entender y comprender la alegría del Señor Resucitado.
Hoy, mirando a la Madre, tal
vez escuchemos de sus labios: ¡ha merecido la pena sufrir por Cristo!
Demos la flor de nuestro
agradecimiento a María. Ella es Madre espiritual de todos los que queremos
avanzar en el conocimiento de los sentimientos de Jesús, de su vida y del
compromiso cristiano en medio del mundo.
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