¿Acaso te preguntas si
lo que das a los hijos es lo que ellos buscan y en verdad necesitan?
Recuerdo cuando llevaba
a mis hijos de compras conmigo y ellos apenas comenzaban a entender sobre las
cosas del mundo. Nunca pedían nada porque con cualquier cosa que les diera se entretenían
y se quedaban contentos. Les decía: “tómense del carrito de compras y no se
suelten, mientras que recorremos la tienda juntos buscando llenar el carrito
con las cosas que venimos a comprar.”
Ellos eran muy chiquitos,
y les gustaba bajarse del carrito de vez en cuando y coger cosas de los
aparadores y sin que yo me diera cuenta (al menos eso pensaban ellos…) echaban
sus cositas en el carrito de compras. Yo me hacia la desentendida. Al terminar
de recorrer la tienda, llegábamos con la cajera para pagar. Era entonces cuando
sucedía algo curioso (que hasta hoy en día recuerdo con una sonrisa en mi corazón)…
Mis hijos me ayudaban a sacar las cosas del carrito para dar a la cajera y
cuando sacaban las cositas que ellos habían escogido al ir comprando…hasta
entonces se les ocurría preguntarme que
si estaba bien comprarlas. Aprovechando
el momento para aprendizaje, yo les decía lo siguiente: “si ustedes piensan que
son cosas buenas que necesitamos comprar, claro que estoy de acuerdo. Pero
recuerden que hay una gran diferencia entre necesitar
las cosas y desear las cosas.” No
siempre es bueno comprar lo que deseamos si nos va a complicar el vivir.
Mis hijos ya han
crecido. Ahora ellos trabajan y saben ganarse sus centavitos con “el sudor de
su frente”… Les admiro que sepan cómo comprar las cosas porque las necesitan y
no nada más porque se les antoja tener.