Friday, December 28, 2012

Familia, vocación de amor y destino eterno

La fiesta de la Sagrada Familia es la fiesta de todas las familias, pues toda familia es sagrada, por ser templo donde Dios-Amor crea nuevas vidas a través del amor de los padres. El amor no vive ni se agota en el placer ni en los bienes materiales --que son dones de Dios para gozar y compartir con orden y gratitud al servicio del amor y de la vida--, sino que es un amor que abarca la mente, la voluntad y el corazón.

La gran mayoría de las enfermedades psíquicas, morales, espirituales y físicas tienen a menudo su origen en la falta de amor en el hogar, y en la disolución de la familia. El verdadero amor y la unión familiar son la mejor medicina preventiva contra las enfermedades físicas, morales, psíquicas y espirituales. En la Sagrada Familia no fue todo milagro y rosas sin espinas; hubo miedo, persecución, destierro, pérdida de Jesús, escasez de pan, enfermedad y muerte de san José. Pero el amor verdadero los conservó unidos a Dios Padre y entre sí, con lazos cada vez más fuertes. Ese fue el gran secreto de su felicidad en el tiempo y en la eternidad.

No hay amor verdadero sin sufrimiento; y el sufrimiento sin amor, es infierno en la tierra. Pero el amor convierte la tierra en cielo, aún en medio del sufrimiento, que se hace fuente de felicidad eterna. La familia es templo de Dios con destino de cielo ya en la tierra, a la espera de reintegrarse en la Familia Trinitaria, que es su origen y su destino.

¿De qué vale haber tenido hijos e hijas, si al final se pierden para siempre?


Donde hay amor, allí está Dios Amor, que sostiene a sus hijos en el sufrimiento y se lo convierte en fuente de salvación. Y de la misma muerte hace surgir la vida por la resurrección, puerta de la Casa eterna de la Familia Trinitaria.

Comentario al evangelio de la Sagrada Familia/C
ROMA, 27 de diciembre de 2012 (Zenit.org)

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