La gran mayoría de las enfermedades psíquicas, morales, espirituales y físicas tienen a menudo su origen en la falta de amor en el hogar, y en la disolución de la familia. El verdadero amor y la unión familiar son la mejor medicina preventiva contra las enfermedades físicas, morales, psíquicas y espirituales. En la Sagrada Familia no fue todo milagro y rosas sin espinas; hubo miedo, persecución, destierro, pérdida de Jesús, escasez de pan, enfermedad y muerte de san José. Pero el amor verdadero los conservó unidos a Dios Padre y entre sí, con lazos cada vez más fuertes. Ese fue el gran secreto de su felicidad en el tiempo y en la eternidad.
No hay amor verdadero sin sufrimiento; y el sufrimiento sin amor, es infierno
en la tierra. Pero el amor convierte la tierra en cielo, aún en medio del
sufrimiento, que se hace fuente de felicidad eterna. La familia es templo de
Dios con destino de cielo ya en la tierra, a la espera de reintegrarse en la
Familia Trinitaria, que es su origen y su destino.
¿De qué vale haber tenido hijos e hijas, si al final se pierden para siempre?
Donde hay amor, allí está Dios Amor, que
sostiene a sus hijos en el sufrimiento y se lo convierte en fuente de
salvación. Y de la misma muerte hace surgir la vida por la resurrección, puerta
de la Casa eterna de la Familia Trinitaria.
Comentario al evangelio de la Sagrada Familia/C
ROMA, 27 de diciembre de 2012 (Zenit.org)