"No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" Hebreos 13:2
Gerard Truchan, nuestro
«ángel sin saberlo», nació siendo un hermoso niño con una discapacidad
intelectual severa causada por quienes lo atendieron durante el parto. A pesar
de esto, o quizás porque Dios lo permitió, fue un regalo especial para su
familia. De pequeños, mi amado esposo Tony corría a casa después de la escuela
para estar con su hermano Gerard y hacerle compañía mientras su madre preparaba
la cena.
Con el paso del tiempo,
y a medida que Gerard crecía, los desafíos de cuidar a este hombre con
discapacidad severa se volvieron muy difíciles, por lo que, tras mucha oración
y discernimiento, fue ingresado en una residencia especializada que podía
brindarle la atención y el cuidado las 24 horas que Gerard necesitaba.
Cuando Tony y yo nos
casamos, solíamos programar visitas diurnas para poder estar con Gerard e
incluso llevarlo a dar un paseo en coche y a tomar un helado (su favorito).
Nuestros hijos pequeños
también tuvieron la dicha de visitar al tío Gerard y pasar tiempo con él en su
silla de ruedas, disfrutando de momentos inolvidables que los llenaban de una
sonrisa, como ángeles sin darse cuenta. Estos instantes eran como pequeños
destellos de paz, donde el tiempo se detiene y solo importa estar presente.
«Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos…». Dios también está presente.
La vida, desde la
concepción hasta la muerte natural (el paso a la recompensa eterna), es un
regalo de Dios. Veneramos la vida en todas sus edades y etapas. Cada alma tiene
un propósito y es especial. Durante nuestra vida, tenemos la responsabilidad de
comprometernos plenamente con esta vocación a la VIDA. ¿Cómo celebramos la vida
en todas sus etapas? Aquí les compartimos algunas maneras de celebrar en
familia…
• Oren, oren, oren…
recen el rosario diariamente en familia (especialmente durante octubre, mes del
Respeto a la Vida, y noviembre por las ánimas en purgatorio).
• Una de las maneras
más efectivas de inculcar el testimonio de vida en nuestra familia es
demostrarlo con nuestras acciones, mostrando que una postura provida va más
allá de las cuestiones políticas y abarca un respeto más amplio por toda vida
humana.
• Resalten la
importancia de cada persona y su dignidad: Ayuden a los niños a comprender que
cada persona es única y valiosa desde el momento de la concepción, haciendo
hincapié en el Salmo 139:13-16, que habla de haber sido «creados de manera
admirable y maravillosa».
• Participen como
voluntarios en familia: Colaboren en un centro de apoyo para mujeres
embarazadas o en una residencia de ancianos para apoyar activamente la vida en
cada etapa. Llamamos a varias residencias y nos invitaron a llevar una
manualidad para hacer con los residentes. ¡Fue divertido para todas las edades!
• Busca maneras de
apoyar a tu comunidad: Llama a tu parroquia, escuela u otras organizaciones
locales e inscríbete para ofrecer ayuda práctica a madres primerizas o
solteras, personas mayores o personas con necesidades especiales. Esto da un
ejemplo tangible de apoyo a la vida en todas sus etapas.
• Predicamos con el
ejemplo en nuestra vida diaria: cuando mostramos respeto por todos, incluso por
aquellos con quienes no estamos de acuerdo, nuestros hijos aprenderán bondad y
respeto al observar cómo tratamos a los demás.

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