En nuestro
camino hacia la eternidad, mantengamos nuestra mirada fija en nuestro Señor Jesucristo
– el Crucificado…
Les comparto unos puntos muy importantes que ponemos en ‘primer lugar’ para que
nuestro caminar sea siempre con el propósito de santificarnos para ser la
imagen de Dios para con todos (aun cuando no estamos de acuerdo en el ritmo que
cada uno llevamos – unos mas despacio y otros mas de volado…).
- Mantener
la fe (y a Cristo al centro de cada día…)
- Valorar
el matrimonio y la entereza de la vida familiar
- La
educación integral de los hijos (incluye enseñanza solida de valores desde
temprana edad)
¿Qué
significa mantener la fe? ¿Como ponemos a Cristo al centro de
nuestro caminar y le hacemos un espacio en nuestras familias para que sea Él
quien nos guie y acompañe día a día?
Solamente
con la oración (personal y en familia) y rindiendo todo a los pies de Dios nuestro
Señor, se puede hacer todo lo que hacemos para gloria de Dios. Eso no quiere
decir que nos pasamos todo el día rezando el Rosario y refugiados en una capilla
(esto les corresponde a las congregaciones religiosas dedicadas a orar
constantemente para el bien de todos nosotros). Simple y sencillamente
reconociendo que todo lo que tenemos… y hacemos… es por la gracia de Dios y Su
Divina Providencia.
En segundo
lugar, valorar nuestro matrimonio y la importancia del Sacramento
matrimonial, significa poner a nuestro amado esposo en primer lugar antes que a
los hijos. De esta manera, se mantiene la entereza de la vida familiar.
Los hijos viendo y viviendo el ejemplo de los padres – respetándose, poniendo
el uno al otro en primer lugar para escuchar de corazón nuestros altibajos día con
día – llegan a entrar en lo que significa un amor conyugal verdadero y duradero,
y como Dios dice.
Así, pasamos
al punto número 3. La educación integral de los hijos (incluye enseñanza
solida de valores desde temprana edad).
Desde niños,
nos formamos en nuestro hogar, iglesia doméstica, para nuestra vocación – sea al
matrimonio, o la vida religiosa, o como sacerdote, o diácono, o vida de soltero/a…Inculquemos
a los hijos a vivir recordando que nuestro prójimo es Jesús. Jesús vive en cada
persona (así fuimos creados).
“La educación
es la herencia que perdura…” eduquemos con la Verdad y vivamos como reflejo de
la Santísima Trinidad en el mundo – abiertos a recibir toda gracia de Dios para
‘soplar’ ese verdadero amor hacia los demás.
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