La primera escuela es la
familia, y nadie la puede sustituir. Ese principio del derecho natural que a
los poderes de hoy les cuesta tanto entender y sobretodo, practicar, porque les
impide manipular.
Al niño hay que enseñarles el respeto a todos; el
deber de dar gracias, que a él ni le nace, ni lo comprende, porque cree que
todo se lo merece y que todos han de estar a su servicio.
Nosotros, los padres, tenemos la obligación de criar a
los hijos cristianamente. ¿Qué quiere decir esto? Si ponemos como nuestro
ejemplo a la “primera” familia cristiana ante nuestro caminar familiar, veremos
e imitaremos las muchas virtudes de la Sagrada Familia.
Maria y José se las vieron con momentos muy difíciles de
entender. Sin embargo, su gran fe en Dios nuestro Señor, les mostró el camino
seguro una y mil veces.