¿Uso palabras bonitas que inspiran y levantan el ánimo?
¿Uso pocas palabras para no aumentar los ruidos que me rodean?
¿Procuro mantener el silencio y hablar únicamente cuando es necesario y mi obligación hablar?
Debo recordar que cada persona que me encuentre hoy en mi caminar es la imagen viva de Dios. Mi esposo, mis hijos, mi jefe en el trabajo, la gente que va manejando y caminando a mí alrededor, las personas con quien vaya a hablar por teléfono, etc.… Así, me es menos difícil portarme de manera cordial, respetuosa y a la vez asertiva. Jesucristo mismo hablaba de manera ilustrando con sus palabras que permitían a los oyentes entender sin sentirse menos u ofendidos. Jesús, siendo Hijo de Dios, no se portaba de manera altanera o creído. El siempre nos muestra un comportamiento dócil, atento, humilde y tranquilo.
Me voy a encomendar a mi compañero del alma en este día y cada día que amanezca con vida…Le voy a pedir a Jesús, que me ayude a producir palabras que ayudan e inspiran, y a usar un lenguaje vivo, sano, atento y compasivo. Que mis palabras surjan de mí (ser) con tonos tranquilos, para que produzcan confianza y animen a las personas con quien hoy tenga el privilegio de hablar. Que mis palabras edifiquen y den vida. Así sea. Amén.
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