Los bienes terrenales
son regales de Dios, recursos que pone en nuestras manos, para que los
administremos bien. Si Dios nos bendice con abundancia de posesiones
materiales, hemos de darle gracias y procurar usarlos de la mejor manera
posible para su honor y gloria…y para favorecer al prójimo. Para ser “ricos de
lo que vale ante Dios” (Lucas 12, 21)